10 marzo 2007

Embutido

Les dejo esta grotesca historia sacada de El Imperio, libro del que me quedan unas páginas. Kapuscinsky, su autor, ha realizado un magnífico reportaje de la rusia del glasnost. Es la primera vez que leo al periodista polaco, y he encontrado en su escritura algo que no esperaba. El texto contiene mil historias que invitan a la reflexión; yo les dejo ésta porque es paradigmatíca de la rusia soviética. Está el poder brutal y arbitratio; está la omnipotencia de estado; está la religiosidad esencial del comunismo; y ,sobre todo, la ironía de que un hombre deba contribuir al aparato que acaba de destruirle como único medio de supervivencia.
"Niedov había ido a parar a un campo de trabajos forzados por haber dicho: 'bajo el gobierno rumano había más embutido'. [...] Después de salir del lager [el campo de trabajos forzados], Niédov, hambriento y sin trabajo, se planteaba de qué iba a vivir. Como tenía un cierto talento para las artes plásticas (más bien , digamos, una cierta habilidad plástica), decidió forjar en plomo fundido estatuillas de los líderes del partido para venderlos después a instituciones y a particulares en el mercado. No era mala idea; en los tiempos que corrían , el que se hubiera negado a comprar semejantes reliquias habría podido ser acusado de traición al poder soviético"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Kapuscinski falleció el otro día ¿verdad? Me quedo con esto que dijo:"La mía no es una vocación, es una misión".