05 julio 2007

El ritual inconsciente.

Desde hace algún tiempo que me asombro de la importancia capital del banquete en la humanidad. En las celebraciones, en la citas, en las reuniones de amistad, en las negociaciones nos situamos en torno a una mesa con alimentos. Los comidas familiares son también una experiencia peculiar. Sentimos esa completitud que producen los ritos, esa esfera psicológica que aisla del mundo y permite prestar sólo atención al puro presente.
¿Podemos siquiera contar cuántos buenos ratos pasamos tras un comida?
He descubierto esto de Geoge Steiner, en su texto Dos Cenas:
"Comer solo es experimentar o sufrir una soledad peculiar. Compartir la comida y la bebida, por otra parte, toca lo más recóndito de la condición sociocultural. Abarca el ritual religioso, los constructos y demarcaciones de género, el dominio de lo erótico, las complicidades o confrontaciones de la política, los contrastes del discurso -grave o frívolo-, los ritos del matrimonio y del duelo funeral. En sus múltiples complejidades, consumir alimentos en torno a una mesa, con amigos o enemigos, discípulos o detractores, íntimos o extraños, con la inocencia o las convenciones aprendidas de la cordialidad, recompone el microcosmos de la sociedad misma"

1 comentario:

Júlia dijo...

La verdad es que la sociedad actual, con su preocupación por la salud, está perjudicando eso de reunirse en torno a una mesa para beber, comer, fumar o tomar café y también, de rebote, la convivencia festiva.