La primera vez que encontré el adjetivo fascismo aplicado a corrientes de izquierda fue, hace ya mucho, en el Homage to Catalonia, donde George Orwell se refiere a un "socialismo fascista".
Ayer, en Trampa22 - en un interesantísimo post sobre las nuevas izquierdas - encuentro a Peter Sloterdijk recriminando a los antifascistas del XX haber practicado otro fascismo:
(…)No es el comunismo lo que me enfurece, sino el increíble fraude que ha recorrido la segunda mitad del siglo XX y que consistió en hacernos creer que el antifascismo solucionaba los problemas de la izquierda. Hitler se convirtió en el salvador de la buena conciencia de todos aquellos que habían apoyado a Stalin. Comprometidos en esta noble causa que era el antifascismo, ellos se negaron a entender que habían defendido otro fascismo. Para mí, que nunca he dudado de mi pertenencia a una izquierda moderada, era urgente arreglar cuentas con esa malsana tradición. (…)
Rara avis de la fauna acádemica progresista, a Sloterdijk, pese a su filiación política, le hemos visto muchas veces denunciar el pasado de la izquierda. En una entrevista concendida a La Nación se expresaba en estos términos:
(...) el fascismo de izquierda nunca fue revelado como lo que en verdad
es. El antifascismo, como ideología dominante, se debe a que el fascismo de
izquierda nunca hizo sus duelos. Sus representantes nunca confesaron lo que en
verdad son. Acusando de fascistas a los fascistas de derecha ocultaron su propia
calidad de fascistas, incluido el maoísmo, que fue el peor de los fascismos. Al
lado de Mao, Hitler parece un loco y un neurasténico, un pobre personaje comparado con la envergadura fascista de Mao Tsé-tung.
Un "loco y neurástenico" que creía esto:
Yo soy un socialista, y uno muy diferente a tu rico amigo, conde Reventlow (...) Lo que tu entiendes por socialismo es nada más que Marxismo.
*
PD: Extraigo de International Socialism este artículo, sin duda con méritos suficientes para figurar en los materiales en la Logse del próximo siglo el día de la lección Razonamiento exculpatorio en el Siglo XXI:
(...) Mao fue verdaderamente un hombre terrible, capaz de aceptar la muerte de decenas o incluso cientos de millones como precio de un desarrollo económico rápido. Pero [ya echábamos de menos a la simpática conjunción] una buena biografía necesita realizarse en el contexto de la sociedad que lo ha producido.
Decenas o incluso centenas de millones.
(...) Mao fue verdaderamente un hombre terrible, capaz de aceptar la muerte de decenas o incluso cientos de millones como precio de un desarrollo económico rápido. Pero [ya echábamos de menos a la simpática conjunción] una buena biografía necesita realizarse en el contexto de la sociedad que lo ha producido.
Decenas o incluso centenas de millones.
4 comentarios:
Ese "pero" es en realidad una confesión de culpabilidad realizada por un idiota, porque lo que quiere decir es: "pero era de los nuestros". Esta cuestión que planteas es esencial porque emponzoña muchas supuestas buenas conciencias. Durante muchos años he asistido a manifestaciones sin preocuparme del que si gritaba a mi lado era estalinista o maoísta. Ahora ya no. Tengo mucho cuidado de elegir a los que gritan (lo menos posible)a mi lado. No hay causa que se pueda compartir con un maoísta o con un estalinista, porque SU causa es, efectivamente, el fascismo.
Me gusta que Sloterdijk haya roto con las discusiones académicas entre fascismo y comunismo: a los condenados en sus respectivos campos de concentración estas disquisiciones no les ahorraba ningún sufrimiento, mientras que al académico que teoriza desde la distancia que le permitía diferenciar unos dolores de otros la propia frialdad de su discurso lo convierte en un inmoral.
Lo dicho: sólo aprticiparé en manifestaciones en cuya convocatoria se aclare lo siguiente: "Prohibido el paso a fascistas de todos los signos".
Lo que cuenta me recuerda las manifestaciones "antifascistas" a las que acudía cuando estaba en la universidad - por ejemplo, en estas fechas. Entre las muchas cosas que se gritaban estaban las loas a ETA. Yo y un muy buen amigo cuando esto ocurría nos callábamos. Pero estabámos ahí, haciendo bulto. Ya ve, Don Gregorio, como acierta Sloterdijk: para "denunciar" un fascismo no nos importaba transigir con otro fascismo.
Sobre el "fascismo rojo", hay una entrevista mítica de Oriana Fallaci a Napolitano (dirigente comunista y hoy presidente de la República italiana), en la que éste acuña el término para referirse al pasado de su partido.
Hay pocos con la sinceridad de Napolitano, pero se agradecen.
Lo que me molesta más es la falta de autocrítica de mucha gente que, de buena fe, de joven, o no tanto, secundó esas compañías. No era lo mismo -evidentmente- ser antifranquista que ser demócrata, la situación propició la confusión, pero siguen con la copla. Ahora, con la muerte de López Raimundo, lo que vamos a oir, de nuevo.
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