13 noviembre 2007

Parecidos inquietantes.

Mitchell Cohen, codirector de la magnífica revista política Dissent, denuncia en su último artículo el cada día más notable parecido del antisionismo con el antisemitismo eterno. Lamenta el que las críticas -muchas de ellas fundadas- a Israel hayan acabado por reeditar de nuevo el socorrido mito del judío codicioso aficionado a contaminar pozos. Se ha hecho muchas veces, adaptando en cada ocasión el relato al contexto. Como dice el novelista Iain Pears, al que cita Michell,
“El antisemitismo es como el alcoholismo. Puedes estar 25 años sin beber una copa, pero si las cosas van mal y te encuentras con una copa de vodka en tus manos, no puedes librarte de ella.”

Se sabe de sobra que Hitler culpó a los judíos del marxismo, del capitalismo rapaz y de la decadencia de Alemania y del mundo. Pero se conoce menos el antisemitismo de la Rusia de Stalin. Valga como muestra de su virulencia esta delirante noticia publicada en el Pravda de 1953. Lleva por título Vicious Spies and Killers under the Mask of Academic Physicians y se hace eco del descubrimiento de una conspiración para “debilitar la salud de los principales cuadros del ejército soviético”, y así comprometer la seguridad nacional rusa. Los “médicos asesinos (…) confesaron que habían escondido deliberadamente un infarto de miocardio (…) provocando la muerte del camarada Zhadnov” . “¿A quién podían esto monstruos servir?”, se pregunta indignado el periodista. Más adelante se da la respuesta. “ Fueron reclutados por una rama de la intelingencia americana – la organización judía burgués-nacionalista llamada Joint”. Seguidamente se complace en que “La asquerosa cara de esta organización sionista se ha revelado completamente”.

Como dice Mithell, “la historia puede no progresar, pero a veces regurgita. Durante la última década, un montón de la vieja basura ha vuelto”. Ha cambiado –ligeramente- el ropaje, pero está aquí de nuevo. Hoy el relato dice que el “lobby judío” dirige la política estadounidense y por tanto el mundo y que el sionismo es el culpable de todas los conflictos, desde Darfur hasta Bagdad.
Vaya si ha vuelto la “vieja basura”. Ayer en Harry’s Place reproducían las palabras del trompetista israelí y “antisionista” Gilad Atzmon,
"Siento profundamente que la identidad Hebraica es la versión más radical de la idea del supremacismo Judío, que es una maldición para Palestina, una maldición para los judíos y una maldición para el mundo. Es una fuerza destructiva…
[Hablando de Marx y Spinoza, judíos] Ellos se enfrentaron a su bestia, y al hacerlo, se pusieron de acuerdo con millones..."

Esta revelación de la jewish inner beast la profirió en las páginas del Morning Star, "Britain's only socialist diary". Efectivamente, "old junk is back".

No hay comentarios: