Ya están aquí otra vez: El Instituto de la Mujer ha denunciado la última campaña de Ryanair por “sexista”. Afirma que muestra a las mujeres como “objetos sexuales”.
En esta pataleta provinciana, resentida y puritana hay, además de hipocresía y cinismo, machismo, mucho machismo. Sólo así se explica que no se haya acusado de presentar a los hombres como objetos sexuales cuando alguno de ellos ha exhibido su figura en uno de los innumerables calendarios eróticos.
Pues cuando son mujeres bellas las que muestran lo que el buen Dios les ha dado se convierten, ipso facto, en "objetos sexuales"; en vulgares consoladores, vamos. Mientras que cuando lo hacen los hombres conservan su condición de seres humanos. Estos últimos pueden gustar de deslumbrar con su belleza y de despertar el deseo sexual y continuar siendo empresario, escritores, padres o bomberos. Pero las mujeres que cometen tal pecado se las considera ya unas inútiles totales; no pueden ser médicos, o políticas, madres o policías; son ya sólo un juguetito sumiso para complacer a los hombres. En otras palabras, toda la vida de las mujeres queda determinada por su faceta sexual.
Esto es lo mismo que los machos cabríos vienen haciendo desde tiempos inmemoriales. ¿Es que ya nadie se acuerda del escupitajo que sueltan estos especimenes cuando observa a una mujer que disfruta de su sexo? Lo recordaremos: “ ¿esa?, esa es una puta, ¿no lo ves?” Podemos traducirlo a lenguaje (pos)moderno: “ ¿esa?, es que no ves que es un objeto sexual?”
en objeto sexual. Aquí vemos a uno de tales
objetos luciendo engranajes y manivelas.
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