Me parece muy bien que uno esté, por principio y por los motivos que le parezcan mejor, en contra de la energía nuclear. Y que, consecuentemente, pida el cierre de la central de Santa María de Garoña. Lo que no me gusta tanto es que, por astucia política, se esconda está postura antinuclear bajo argumentos falaces, calumnias y teorías conspirativas.
En el manifiesto por el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña firmado por 200 "personalidades" - no falta ni uno de la congregación de los Buenos: Amparanoia, Bernardo Atxaga, Rosa Regás, Manolo Rivas, Fernando Colomo - afirman que "no hay ningún obstáculo económico que impida cerrarla, salvo los intereses económicos de las compañías eléctricas propietarias, Iberdrola y Endesa, que quieren seguir lucrándose con esta vieja central aunque sea a costa de exponer a la población y al medio ambiente al riesgo de sufrir un accidente nuclear". Ayer, a las puertas del Ministerio de Industria, un directivo de Greenpeace insistía : "El cierre de Garoña sólo perjudica a sus empresas propietarias, Iberdrola y Endesa, que quieren seguir lucrándose".
O sea, que los abajofirmantes opinan que los malvados empresarios ya están deleitándose de nuevo en maltratar a sus conciudadanos: Ahora anteponen su lucro a la salud de los vecinos de Santa María de Garoña, de los trabajadores de la central y del medio ambiente. A nadie debería extrañarle que estos personajes acepten esto sin problemas. La concepción de que los empresarios no han hecho otra cosas que explotar, muchas veces con placer sádico, a todo el reino animal y vegetal por codicia es central en su visión del mundo. Pero, como toda teoría conspirativa, las consecuencia de la tesis principal, alegremente afirmada, llevan a conclusiones tan grotescas que incluso a gente como ellos les costaría creer. En este caso, ¿ en que posición deja la acusación ecologista a los miembros de Consejo de Seguridad Nuclear que redactaron el informe favorable a la continuidad de Garoña? O han sido sobornados por las empresas que explotan la central o de algún otro modo tortuoso otro se “lucran”. En pocas palabras, que han redactado de manera consciente un informe con conclusiones falsas por interés personal. Más flagrante es lo de los trabajadores de la central, que ven como su puesto de trabajo está en peligro por la mezcla de paranoia e ideología de un ínfimo sector de la población. Estos son considerados simples idiotas que, pese a estar a pie de obra, no saben que su empresa les prepara un muerte próxima, lenta y dolorosa. Menos mal que están ahí Manolo Rivas, Amparanoia y Rosa Regás, que pese a no saber ni lo que es un reactor nuclear son muy leídos y saben mucho de todo, para enderazar sus destinos y que así vivan una vida larga, feliz, verde y en paro.
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