Un excelente ejemplo de que las buenas intenciones no equivalen a buenas acciones. Es tan primorosa que podría quedar cómo símbolo de ello:
En la imagen se observa el plano informativo de un centro deportivo situado en Mórahalom, Hungría . Sus creadores, como se puede ver, tuvieron la deferencia de pensar en los visitantes invidentes y tradujeron las indicaciones al braille. Sin embargo, algún precavido, pensando en los destrozos que podría sufrir el cartel a manos de los eventuales hooligans, lo cubrió con un vidrio protector que impide a los invidentes tocarlo y ,por tanto, leerlo. Como dice Mick Hartley, donde encuentro el milagro, "los ciegos guiando a los ciegos".
PD : Supongo que la imagen también cabría bajo la rúbrica ocatiana "La realidad, esa desconocida".
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