26 marzo 2007

Amor ( propio).

No quiero ser pesimista hasta el límite de negar la existencia del altruismo y la bondad, pero es un hecho que muchas manifestaciones aparentes de desinterés son sutiles egoismos. La buena acción raramente es un fin; quien la lleva a cabo suele buscar darse placer o mitigar un dolor. Anoto un tranparente ejemplo que encontré en Netorama:

A Chinese man has persuaded his new wife to have plastic surgery to make her look like his first wife. Zhao Gang’s new wife has agreed to have plastic surgery to look like his first wife.

… About six months ago, under pressure from his parents, Zhao Gang got married to his new wife, Cai. "I got married only because she looks a bit like her and I want to have a chance to make up for my mistakes," says Zhao. Cai agreed to plastic surgery, after a lot of persuading.

Nos dicen que Zhao Gang quería “compensar” a su esposa. ¿Realmente? No: quería desembarazaerse de la mala conciencia. Cuando ella murió, la oportunidad para ello desapareció. Pero no el dolor. Entonces el destino le ofreció una solución a la inesperada. Engañarse a sí mismo con un simulacro; hacer el bien, aunque sea a un maniquí. Y es aquí donde podemos ver lo que dijimos al principio: la “compensación” no es tal, o al menos no para la muerta. Ella es prescindible hasta el punto de poder ser substituida como beneficiaría de las buenas acciones. Ella no importa; importa el bienestar del bienintencionado; y no hay más.

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Esta abominable mascarada no nos debe cegar. No neguemos el amor. Antes de esta fechoría el amor ya estaba. Prueba de ello era el mismo dolor que le ha impulsado a cometerla.

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Si muriese su nueva esposa antes que él, debería buscarse un nuevo simulacro de ella para compensarla por esta canallada. Y si, de nuevo, ... ?

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¡Qué entrañables los moralistas que nos persuaden de que hagamos el bien para sentiremos mejor! ¡Qué ingenuidad, o qué astucia , alabar tal transacción de sentimientos y servicios como el más admirable de los actos! Prefiero un médico privado.

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