21 junio 2007

Ebriedad crepuscular.

Mis compañeros de cerveza del Jueves me han abandonado. Como soy un hombre de costumbres, en el primer bar que he visto me he metido. Al fin y al cabo, un paquete de Camel, una cerveza y una libreta no son tan mala compañía.
El local era perfectamente actual, aunque muy madrileño. Madera, parqué, vidrio coloreado y luz tenue pero de colores vivos; tapas deliciosas, aunque escasas. La algarabía era considerable, algo normal un jueves en Madrid. La mayor parte de este bullicio venía de una reunión inesperada en un lugar así. Media docena de hombres mayores, alrededor de los 65, discutían y reían. Su agitación y júbilo hacían pensar en adolescentes primerizos en lances tabernarios. La impresión se reforzaba al ver que vestían impecablemente, con la inquietud de la belleza. Parecían muy felices.
Pero lo que había eran cabellos blanquecinos, calvas, espinazos encorbados, orejas y narices desproporcionadas, ojos arrugados...El tiempo ya les había pasado por encima.
En la mesa se acumulaban los cubatas y los ceniceros no permitían otra colilla, como bello desafio a la muerte.
Se movían, se agarraban, vociferaban; tenían las caras coloradas por el alcohol y la excitación.
Me he preguntado cuántos momentos habrán vivido así. Cuántas veces habrán sentido esa misma felicidad entre putada y putada.
No pasa el tiempo para la ebriedad. No podéis imaginar la exagerada alegría que he sentido.

4 comentarios:

Petrusdom dijo...

La efória del momento que se vive con los demás es un recuerdo de la llamada del rebaño que todos oimos de vez en cuando.

Tumbaíto dijo...

La ebriedad es impresionante. La primera vez que me emborraché decidí que mis próximos estudios fuesen bioquímica.

La vida sin drogas pierde mucho pero las drogas al ignorante le hacen perder todo.

P.S.: En relación con su socialismo liberal sepa que no le contesto porque hace semanas que le daba vueltas a una crítica. Si consigo terminarla algún día, se la dedicaré.

Júlia dijo...

El día siguiente de esos momentos eufóricos suele ser bastante triste, como el lunes después del domingo.

Anónimo dijo...

Requiero mayor número de retratos como el aquí comentado... Gràcies per deixar-nos veure el teu Madrid! (com m'agrada imaginar-te en la llibreta... jejeje)
Una abraçada!