Hitchens era mi jefe ( o sólo un colega, no es un tipo al que le guste demasiado el mando) en Washington D.C. en los 90. Trabajábamos en el hoy desaparecido periodico Sunday Correspondent (...). Todavía puedo recordar nuestra primera comida. Me gustaría subrayar que se debe al vivo carácter de la conversación. De hecho, se debe a la temible cantidad de alcohol que bebimos. Me dirigí a casa balanceándome y dormí unas horas. A las 5 de la madrugada me levanté y llamé a Hitchens. Descubrí que se había ido a casa y había escrito un ensayo de 2000 palabras sobre W.H. Auden
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De propina: un Gadfly.
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