29 julio 2007

El hombre que viene.

En su ensayo De terror y genes, Peter Sloterdijk nos recuerda que una maldición china condenaba a vivir en una época interesante. Como él mismo afirma, nosotros, habitantes del siglo XXI, no nos libraremos de ella.
De hecho, quizá seamos los que más la sufriremos - o la disfrutaremos. El principal motivo que carga este tiempo de histeria y fascinación es, obviamente, la sustitución del azar de la naturaleza por la mente humana como encargado de la creación de seres humanos. El hombre va camino de asumir tareas reservadas a los Dioses. Ante tamaña aventura, la esperanza y el pánico están más que justificados.
Uno de los desafíos que impulsan a los sabios a desear la modificación de los hombres es la conquista del espacio. Este es un gran sueño de la humanidad para el que ella misma no viene bien dispuesta. El universo, la parte conocida al menos, no es habitable para nosotros.
Construir estructuras capaces de cobijar a millones de individuos que reproduzcan las condiciones de la Tierra parece un imposible. Así, si no podemos modificar el universo, modifiquemos al hombre para que pueda vivir en la parte que deseemos de él.
Voy a dejaros dos elucubraciones que muestran a las claras la extrañeza del futuro hacia el que nos dirigimos, con paso firme.
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El ingeniero y visionario ruso Konstantin Tsiolkovsky, en Sueños de la Tierra y el Cielo, habla, como hablaba Swedenborg con los Ángeles en Londres, con un habitante futuro del Sistema Solar:
-Estas notables criaturas combinan las características de los animales y las plantas. Por eso yo la llamo animales-plantas.
- Está bien. No te enojes. Sólo explícame cómo hacen tus criaturas para no secarse como momias.
- Esto es simple. Su piel está cubierta por una capa cristalina delgada y flexible, pero absolutamente impermeable a los gases, los líquidos y cualquier otro tipo de partículas. De esta forma, las criaturas están protegidas de la pérdida de material... Sus cuerpos poseen ápendices que semejan alas y que están expuestos al Sol, sirviendo así de laboratorios para la producción de energía y comida. En el campo gravitatorio de la Tierra, estos apéndices serían un impedimento, pero con el espacio, con una gravedad igual a cero, apenas lo notan, incluso aunque tuviera una superficie expuesta de varios miles de metros cuadrados.
- Espera. Si no hay aire, ¿ cómo hacen tus animales-plantas para hablar entre sí o intercambiar ideas...?
-Poseen un medio de comunicación mucho más perfecto y natural. Una parte de sus cuerpos lleva, por debajo de esa piel transparente, una zona que es como una cámara oscura. En esta parte del cuerpo, hay imágenes que se suceden continuamente y representan con mucha precisión el flujo de pensamientos. Las figuras están formadas por fluidos de distintos colores que circulan por un entramado de delgados canales por debajo de la piel.

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El cristalógrafo francés Desmond Bernal, que no rehuyó la especulación filosófica ni los asuntos humanos, profetiza una especie de paraíso espiritual cristiano que acabaría iluminando el universo completamente:
Podrían ser un grupo relativamente pequeño de unidades mentales, de las que cada una utiliza la mínima cantidad de energía y están conectados entre sí por medio de un complejo de intercomunicaciones eteréas. Por medio de órganos sensoriales inertes, se distribuirían por áreas y períodos de tiempo inmensos que, como el campo de sus operaciones activas, estarían situados en general a una gran distancia de ellos mismos. Como el escenario de la vida sería más bien la fría vacuidad del espacio que la atmósfera densa y caliente de los planetas, la ventaja de no contener nada de materia orgánica que les otorgaría independencia de estas dos condiciones, las sentirían cada vez más fuertemente...
(...) Finalmente, la conciencia misma podría acabar o desvanecerse completamente en una humanidad que se ha convertido en algo completamente etéreo. El organismo podría aflojarse de su trama ajustada, convirtiéndose en masas de átomos que se comunican por radiación a través del espacio, y quizás convirtiéndose por último enteramente en luz. Esto puede ser un final o un comienzo...

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(He encontrado estos fragmentos en el impresionante Infinito en todos direcciones, de Freeman Dyson.)

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