Nos hemos detenido unos días; hemos fantaseado con que estaba todo hecho y con qué somos un animal pacífico y manso. Hoy vuelve la verdad: la danza no puede parar.
Hace millones de años que el hombre se despierta para ejecutar los pasos del antiguo ritual de la supervivencia. Despertamos, recordamos que debemos alimentarnos, que nos rodea gente que amamos, que desearíamos cambiar esto o aquello, que nos hemos comprometido con este o aquel. Tras una breve ausencia, recordamos que estamos obligados a sobrevivir y que queremos hacerlo; recordamos que somos humanos.
Acabadas la vacaciones, la antigua ceremonia de la vida se reanuda en millones de hogares . Los padres despertarán con una sonrisa a niños somnolientos, les quitarán las legañas, les peinarán y les desearán un buen día. Las espejos, tanto tiempo inmóviles, reflejarán de nuevo el tráfago de las maquinillas de afeitar, los cepillos de dientes y los peines. También observarán la ilusión del novato, la rabia del perdedor y la angustia del enamorado.
Oh, ya lo creo que sí, mañana volvemos a bailar.
1 comentario:
NO hay nada como la rutina, cada vez me parece más interesante.
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