Tomo prestada de Petrusdom una cita de la recién nombrada Nobel de literatura :
“A finales de un siglo de gran romanticismo revolucionario; de aterradores sacrificios para alcanzar los paraísos y los cielos en la tierra y el debilitamiento del estado; apasionados sueños de utopías, mundos fantásticos y ciudades perfectas; intentos de comunas y mancomunidades, de cooperativas, de kibutzin y koljoses… después de todo esto, ¿quién de nosotros habría creído que la mayor parte de los habitantes del mundo se conformarían agradecidos con un poco de honestidad, una mínima competencia del gobierno?
La pregunta necesaria es : ¿ qué importa más: nuestros antiguos sueños o la voluntad de la gente para la que los soñamos?
2 comentarios:
Esa es la clave,la prueba del algodón. ¿Es lícito soñarse a uno mismo salvador de unas personas a las que no se ama?
Creo que, en cierta manera, a causa de lo mal que acabaron muchas utopías y experimentos políticos, hemos dejado de creer en los reyes magos, en el fondo incluso puede ser un signo de madurez colectiva ese conformismo.
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