13 octubre 2007

Zizec y la culturas (I)

En Tabula Rasa se comenta este fragmento de un texto que Zizec ha escrito en el NYTimes:

El problema con el budismo tibetano reside en un hecho obvio que muchos entusiastas occidentales olvidan convenientemente: la estructura política tradicional del Tibet es la teocracia, con el Dalai Lama en el centro. Él unifica la religión y el poder secular, por lo que cuando hablamos sobre la reencarnación del Dalai Lama, hablamos sobre escoger un jefe de estado. Es extraño escuchar las denuncias de los auto-descritos como abogados de la democracia contra la persecución china de los seguidores del Dalai Lama, un líder no escogido democráticamente, si es que alguno lo ha sido alguna vez.

En otro lado ha dicho esto:
Es esa idea de que, bueno, tal vez sean islamistas, pero también son movimientos antiimperalistas. No acepto ese chantaje por el cual el enemigo de mi enemigo tiene que ser mi amigo.


Estas dos certeras observaciones del filósofo checo podrían formar parte de una crítica más general a la creencia que más fuerte opera en el intelecto moderno, la igualdad, a todos los niveles, de todas las culturas. Su hegemonía actual se debe al odio más o menos irracional a la vida moderna y a la, en consecuencia, nostalgia de un pasado mítico donde el hombre era impecablemente feliz. Pero tiene unos orígenes diferentes a los que vale la pena echar un vistazo.

A finales del siglo XIX y XX, el racismo de corte biólogico, basado falsamente en la entonces reciente teoría de la evolución, dominaba la escena europea y estadounidense. La eugenesia – creada como campo de estudio por sir Francias Galton, primo de Darwin, en 1865- era una respetada disciplina académica, activamente apoyada por importantes personajes públicos de todo el espectro político, como el socialista fabiano George Bernard Shaw o el político conservador Winston Churchill. El hombre blanco creyó poder dar base científica a su superioridad. Se catalogó como inferior y prescindible a toda comunidad que no presentase una topología similar a la occidental. En Australia, por ejemplo, se implementaron políticas destinadas a al eliminación de los aborígenes. Para ello se fomentaron los matrimonios interraciales a la vez que se prohibía a las madres aborígenes retener a hijos mestizos.

Es como reacción a este racismo arrogante del hombre blanco como se debe entender la tesis de la total igualdad cultural. Sus cimientos, por tanto, son más sentimentales que racionales. Se obvian o se deforman los casos, abrumadoramente obvios, que no concuerdan con el bondadoso modelo teórico propuesto. Margaret Mead, una fervorosa defensora de , como ella lo llama, la “democracia de las culturas”, lo sintetiza con gran economía:

We have stood out against any grading of cultures in hierarchical systems which would place our own culture at the top and place the other cultures of the world in a descending scale according to the extent that they differ from ours.... We have stood out for a sort of democracy of cultures, a concept which would naturally take its place beside the other great democratic beliefs."

Sin embargo, en sus estudios para desligar temperamento y sexualidad también ha observado lo siguiente

"Among the Mundugumor (…) both men and women were warlike in temperament.”

En esta página consagrada a las culturas detallan algo de de la cotidianeidad esta tribu de Nueva Guinea :

Leadership was achieved by individuals who were fierce in warfare and raiding, aggressive, and capable of attracting adherents through the manipulation of exchanges. These strong leaders earned many wives (who produced tobacco and other produce for them) and had the support of their affines as well as less-dominant kin of their own and meeker men seeking shelter (…)

Conflict was common. Intracommunity disputes arose over a variety of concerns, most frequently the arrangement of brother-sister exchange marriages or adultery. Mundugumor villages fought one another over a variety of issues including the maintenance of reputation and honor. Warfare and raiding were also prevalent before colonialism; raids were staged on enemy villages in order to kill as many of the enemy as possible. Alliances with other groups were precarious and shifted frequently.

El buen salvaje en estado puro.

1 comentario:

Cristóbal dijo...

Felicidades por el post/blog. Por cierto, Zizek es esloveno: http://es.wikipedia.org/wiki/Slavoj_%C5%BDi%C5%BEek