12 octubre 2007

Una bronca de Sloterdijk.


En la primera parte del ensayo En el mismo barco, Sloterdijk, su autor, recrimina a la "ideología oficial de la cultura superior" la "imagen del mundo y de la historia" con que "adoctrina a los miembros de nuestro hemisferio occidental" . "Allí donde humanistas, teólogos, sociólogos y politólogos toman la palabra", sigue, el estudio del hombre abarca únicamente una ínfima fracción de su existencia como tal. Sólo es digno de atención el hombre en cuanto se convierte en habitante de una cultura superior, sea esta la polis griega o cualquiera de los imperios Chino, Indio, Egipcio o Mesopotámico. El ser humano previo a estas culturas, si es que se le cree merecedor de tal nombre, es apartado de las academias pese a que comprende un "95%, quizá un 98" de la trayectoria de la especie". Este colosal despiste "hace que la conciencia contemporánea salga despedida de la cadena de las innumerables generaciones humanas que han elaborado nuestros potenciales genéticos y culturales". Sloterdijk opina que la omisión no es inocente, sino que obedece a un intento de adoctrinamiento ideológico, con el cual se pretende "presentar a priori al hombre como un animal burgués de estado que necesita, para la plenitud de su esencia, capitales, bibliotecas, catedrales y representaciones diplomáticas".

Pese que Sloterdijk no adopta el punto de vista usual en este debate, esta reprimenda puede leerse como un ataque a los negadores de la naturaleza humana, que piadosamente sostienen que cada ser humano, en su nacimiento, es un receptáculo absolutamente vacío a la espera de colmarse de deseos, pensamientos, comportamientos y emociones. Es realmente esperanzador ver a un filósofo que se considera "de izquierdas" pensando la genética y las consecuencias que la evolución "de las innumerables generaciones humanas", siendo estas ideas anatemas fulminantes en los círculos intelectuales progresistas, ahogados en la creencia de que la naturaleza humana es un invento para la dominación y entorpecidos por su hostilidad a todo lo científico y racional. De todos modos, no es la primera vez que el pensador alemán aborda estos temas; ya lo había hecho, y explícitamente, en Normas Para el Parque Humano y El Hombre Operable, dos ensayos imprescindibles - se pueden conseguir gratuitamente en la red con relativa facilidad.

Esperemos que la actitud de Sloterdijk sea emulada y los complejos de cierta filosofía no reduzcan esta disciplina a mera antigualla antediluviana. Pues el complejo futuro que se nos viene encima requerirá, sin duda, de mentes dotadas para sentirse a gusto transitando por los más diversos saberes. Captar panorámicamente la vida va a ser más difícil cada día, y más necesario. El futuro no requiere, por tanto, menos sino más filosofía.




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