28 septiembre 2008

Otro misterio desvelado.

Que existan votantes conservadores entre las clases medias y humildes le parece a buena parte de la izquierda algo tan ilógico y misterioso como la Santísima Trinidad. Si las políticas de la izquierda tienen por objetivo, se razona, favorecer a las personas de esas clases y las de la derecha a oprimirlas, ¿cómo es posible que éstas apoyen las últimas? Además, la mayoría de la gente es de natural bondadosa, ¿cómo es posible que se decanten por la opción política más insolidaria y egoísta?
Para resolver el perturbador arcano se han propuesto diferentes explicaciones, todas muy reconfortantes para quienes las han elaborado. La más aceptada por las élites intelectuales culpa de este calamitoso estado de cosas a la manipulación de la información por parte de los “poderes mediáticos”. Cosa que, además, se suma a la poca propensión a la lectura de los libros correctos entre la ciudadanía, más inclinada a disfrutar del fútbol, las consolas, la cerveza frío o las lecturas frívolas. Como dice el superhéroe Noam Chomsky, "...cuando escucho a la gente hablar de, digamos, asuntos internacionales o problemas domésticos, es con un nivel de superficialidad inconcebible". Ya se sabe que el “fascismo es una enfermedad que se cura leyendo”.
Pero estas explicaciones son claramente insuficientes. Pese a la práctica unanimidad del stablishment intelectual, la explicación no se asienta sobre bases suficientemente sólidas. Siempre está enredando el malvado de turno, ofreciendo cínicamente visiones alternativas del problema. Se requiere cimentar mejor el edificio. Y para ello, nada mejor que convertir la creencia en verdad científica.
Tarea de la que se encarga, con un júbilo apenas disimulado, Jonathan Haidt, profesor universitario de psicología, multicultural, solidario, sensible, sonriente, sano, no fumador, guapo y bien peinado; la viva encarnación del superhombre socialdemócrata.

El intento de Haidt de zanjar para siempre la cuestión viene en forma de ensayo, titulado, elocuentemente, ¿Qué hace a la gente votar Republicano?. Y se abre con otra complementaria, más específica:

Por qué la clase trabajadora y la América rural suelen votar por los liberales Republicanos cuando sus intereses económicos parecen ser defendidos mejor por las políticas Demócratas?


La intriga de Haidt es comprensible. No se había visto nada tan asombroso desde la virgen de Fátima. Conservadores, o sea egoístas e insolidarios, tomando decisiones contra su interés personal. ¿Cómo es esto posible? :

“Hace tiempo que los psicólogos predicen que una educación estricta y un conjunto de inseguridades están coaligados para volver a la gente contra la liberalidad, la diversidad y el progreso”


Observen que tenemos un grupo de personas a las que su hostilidad al progresismo y la diversidad hace que voten en contra de sus propios intereses económicos. Y todo por las inseguridades y por unos padres estrictos. Una coincidencia tan exacta entre las hipótesis de la ciencia y las de la ideología no se veía desde que la biología "revolucionaria" del camarada Trofim Lysenko. Gracias a Dios que Haidt es un hombre honrado, de lo contrario jamás hubiésemos sospechado que

En el gremio de los los psicólogos … prácticamente todos somos progresistas.


Pero que nadie se preocupe. Nuestros unánimemente progresistas psicólogos actúan de buena fe, pese al “placer adicional” que les proporciona este “diagnóstico del conservadurismo". Los nuevos descubrimientos de la genética del comportamiento apoyan sus tesis:

El conservadurismo es un rasgo del carácter parcialmente hereditario que predispone a alguna gente a ser cognitivamente inflexibles, favorables a la jerarquía y a temer desordenadamente la incertidumbre, el cambio y la muerte.


Voalà! Como tantas otras veces, la ciencia arroja luz a las oscuridades más insondables. Ya sabemos por qué el mundo no se dirige inexorablemente hacia la Diversidad, la Fraternidad y la Igualdad. Ahora sólo nos queda esperar. Cuando la ciencia nos brinde la posibilidad de localizar, aislar y, finalmente, extirpar estos malhadados genes conservadores, los partidos progresistas ganarán las elecciones per saecula saeculorum a lo largo y ancho del mundo, éste dejará de ser un valle de lágrimas, los hombres se amarán unos a otros, la codicia y la vanidad dejarán de ser los motores de la historia y Zapatero será tratado internacionalmente como su altura política merece.

1 comentario:

Gregorio Luri dijo...

El drama del historicismo que ha pretendido laicizar la Gracia divina, transformándola en gracia histórica es que si resulta ser traicionado una y otra vez por la misma historia, o bien tiene que retirarse de la historia y dejar de creerse "progre" y bien se refugia en la pureza de la impotencia.