Todavía desconcierta: el sistema político expresamente diseñado para acabar con el sufrimiento humano trajo sufrimiento como casi ningún otro. Allí donde se implantó, se implantó el horror: China, Camboya, Europa del Este, Rusia, Etiopia, Cuba, Corea del Norte y muchos otros. Quiso acabar con el hambre y trajo hambrunas; quiso acabar con la tiranía y creó los tiranías más perfectas; quiso acabar con la explotación laboral y creó esclavitud; quiso liberar al hombre y le sepultó.
Las razones económicas, sociales y humanas de esta aparente paradoja son bien conocidas; sólo una minoría - muy ruidosa, eso sí- de nostálgicos, ingenuos y charlatanes se niega a reconocer su existencia y insiste en volver a lanzarnos al abismo.
Pero hay otra paradoja que, hasta donde yo sé, ha sido menos estudiada. Me refiero a la crueldad inhumana que han mostrado siempre los seguidores del comunismo. Estos hombres eran las "almas bellas" de su tiempo, los que más sentían el dolor de sus cóngeneres, los que más detestaban el sufrimiento, los que, en resumen, disfrutaban de una ética más exigente y atenta. Entonces, ¿cómo es posible que fuesen ellos mismos los que cometiesen todas esas atrocidades, capaces de dejar sin aliento al hijoputa más salvaje? La muerte de Orlando Zapata nos brinda la oportunidad de ver en acción a estos hombres. Sí, esos hombres que se desviven por todas las buenas causas: se manifiestan contra el hambre, condenan públicamente la pena capital, se solidarizan con éste o aquel pueblo oprimido... Pero un obrero se mata de hambre en una cárcel infecta de una dictadura comunista, en la que ha sido encerrado injustamente, y se lanzan como cuervos contra el cadáver. La hermandad de la fraternidad, que siente como una llaga en carne viva la muerte de un pajarito en el bosque, se muestra fría, cruel y mezquina; calumnian al muerto, le insultan, justifican a los torturadores....
¿Qué ha pasado con esa sensibilidad a flor de piel? ¿Por qué Orlando Zapata puede morir son que se derrame por el una lágrima? Pues porque no es un humano. De hecho, es de la peor especie de los no-humanos, menos humano que un alto dirigente de una multinacional estadounidense o un soldado de la misma nacionalidad. Estos son sólo enemigos. Él es un traidor. Los buenos deseos no son para traidores.
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