"¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?", Groucho Marx.
"A usted, señor Marx, a usted". Así podríamos contestar a la humorada del gran cínico norteamericano tras saber del trabajo del psicólogo Daniel J. Simons, director del Laboratorio de Cognición visual de la Universidad de Illinois. De hecho, con conocer el más célebre de sus experimentos nos valdría. En él, el doctor Simons hizo visionar a un grupo de voluntarios un vídeo en el que media docena de individuos dispuestos en círculo se lanzaban unos a otros pelotas de baloncesto durante 25 segundos. A los observadores, se les requería, a la vez, que tratasen de contar el número de veces que el balón pasaba de un determinado jugador a otro, pues, se les informaba, el experimento intentaba evaluar su capacidad de observación. Visto el vídeo, cuando los voluntarios se esforzaban haciendo cuentas, se les preguntó si habían visto a un rumboso gorila que durante 9 segundos había estado danzando y moviéndose en el centro del corro. La mayoría no lo había visto y a la mayoría le pareció imposible que hubiese estado allí. El vídeo se volvió a reproducir, esta vez sin demandar ninguna tarea, y los voluntarios pudieron comprobar asombrados cómo en cierto momento entraba en escena alguien con un aparatoso disfraz de gorila, se sitúaba en el centro del corro y hacía todo lo posible por llamar la atención.
Este es sólo otro de los muchos hallazgos que nos obligan a ser críticos incluso con nuestras certezas más sólidas. Ya habíamos aprendido a desconfiar de los hechos que guarda nuestra memoria; ahora debemos aprender a desconfiar de lo que vemos. Al final parece que no somos tan perfectos cómo habíamos pensado.
Addendum : Insisto en que vean el vídeo. Sólo así comprenderán la magnitud del hallazgo.
Addendum2 : El doctor Simmons ha recopilado ésta experiencia y otras similares en The invisible Gorilla.
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