04 septiembre 2010

Camba para el inicio del curso político

Algunas veces se declararon en Santiago epidemias muy serias, y el Apóstol no daba abasto haciendo milagros. Fue entonces cuando se inventó elbotafumeiro, «rey de los incensarios», como le llama Víctor Hugo. El botafumeiro no fue en sus orígenes un objeto litúrgico, sino, sencillamente, un aparato de desinfección. Lo cargaban con incienso porque todavía no existía el ácido fénico. Aquellos peregrinos, que venían directamente desde el fondo del Asia, tenían mucha fe, pero olían muy mal, y los santiagueses procuraban aislarlos en una nube de incienso...


¡Grandioso botafumeiro! Hoy, que la falta de fe lo mantiene ocioso, ¿por qué no se piensa el medio de trasladarlo al Congreso? Cuanto más animados fuesen los debates, elbotafumeiro giraría más velozmente. Y en vez de procurarse una entrada o de leer el Diario de las Sesiones, uno se limitaría a ver, desde fuera, cómo salía y se elevaba y se desvanecía el humo.

Julio Camba, La Rana viajera.

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