Este post ( vía Barcepundit ) es un magnífico ejemplo de la mentalidad paranoica que cunde en la crítica social de nuestra época. Su autora nos informa de que la “segregación” en los urinarios públicos “es uno de los modos básicos en que la contraposición binaria hombre-mujer es sostenida”. Por tanto, continúa, no debería sorprendernos que los signos encargados de tal segregación reflejen “el modo en que las sociedades construyen el género”. O sea: identificando al “hombre como universal, [como representativo de la humanidad] y a la mujer como variación, [sólo representativa de otras mujeres]”. La prueba de estos : que en tal iconografía se suele representar a los hombres simplemente como personas" y las mujeres como "personas con faldas... o con cinturas ".
La conclusión que extrae la autora está expresada en este silogismo estupefaciente : "Si los hombres son indeferenciables de "las personas", y las mujeres no son hombres, entonces las mujeres no pueden realmente ser consideradas personas, no?".
Hay más, y todo igual de disparatado. Y lamentablemente no estamos ante una lunática solitaria; ideas de parecido jaez gozan hoy de gran respeto en los ambientes académicos e intelectuales.
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