Hoy, día de gracia de 18 de marzo de 2008, la iglesia española ha iniciado el muy esperado contraataque a la ofensiva abortista lanzada por las huestes de la ministra Aido. Nunca la historia ha visto a dos ejércitos batirse por tan elevados principios : unos defienden la Vida y los otros la Emancipación de la Mujer. Pese a todo, y a juzgar por los primeros compases de la contienda, esto no va a ir más allá de un intercambio de eslóganes y algún que otro grito.
Lo disparatado de esta astracanada de linces, bebés, alzacuellos y feministas y feministos de partido da un idea de a qué alturas discurre el debate, tan necesario, sobre el aborto. La razón ha desparecido para ceder su espacio a la religión, bien en su forma tradicional bien en su variante laica, la llamada ideología. Lo contendientes muestran igual cerrazón, incapaces de atender a nada que no sean sus principios, en los que creen fervientemente y consideran irrenunciables. Unos pretenden que poco menos que un grupo de células débilmente ligadas conforman ya un ser humano y , consiguientemente, parar su desarrollo es un asesinato; los otros gritan que la embarazada tiene derecho a hacer con el feto que cobija lo que le venga en gana, y además gratis. Los ejemplos concretos a los que nos llevarían estos hombres de "profundos principios" son espeluznantes. Una mujer, pongamos por caso, podría ser obligada a dar a luz al bebé que un violador le ha creado por respetar el "derecho a la vida" de la unión de su semen con el de su víctima. También podría ser que se permitiese a una gestante envenenar a un sietemesino en la incubadora, financiado el asesinato,además, por la seguridad social. Eso, parece, es lo que piden.
Lo más problemático del embarazo es que es un proceso cuyos estadios no se pueden dividir nítidamente. Si pudiésemos precisar cuándo el feto es un ser humano el problema desparecería. Pero no se puede, y sólo hay claridad en las fases inicial y al final. Nadie - salvo los elegidos por la gracia divina- consideran un asesinato abortar en unas semanas, momento en el que por mucho que unos se esfuerce mirando la ecografía no distingue nada ni remotamente parecido a un ser humano. Tampoco lo haría un científico, pues ninguno de los procesos vitales básicos que podrían considerarse relevantes en la definición de un ser humano existen. Igualmente, nadie -salvo feministas en fase terminal de infección ideológica - opina que un aborto a los 6, 7 u 8 meses de gestación debe ser algo "libre", no digamos "gratuito". Lo que flota en el vientre materno entonces es una persona de pleno derecho. Puede atestiguar esto cualquier médico: las funciones vitales más importantes ya están a pleno rendimiento. Insisto con el ejemplo de la incubadora: nos parecería espantoso que se mate a un sietemesino en una incubadora; no hay ningún diferencia esencial entre ello y un aborto a los siete meses, es puramente una cuestión inmobiliaria.
Alejados de estos extremos, ciertamente, las cosas se vuelven más complicadas. Y aquí es donde el debate se hace realmente importante; donde se podría estudiar las posibles situaciones y sus implicaciones éticas. Para escuchar consignas, ya tenemos los mítines y los editoriales de los periódicos.
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